Antonio Restrepo
Tania Triana
Poema murciélago, poema hormiga, poema rinoceronte, poema oveja y poema selva son algunas de las propuestas que se leen en Montan su lomo los astros (2021), el primer fanzine editado por el colectivo Tufillo de Poeta. Una iniciativa que nació en 2019 como podcast para compartir y difundir poesía contemporánea, por parte de algunos estudiantes de la Maestría de Escrituras Creativas en español de la New York University. En cada episodio, tal como se presenta en su página web, “el equipo de Tufillo de Poeta selecciona un tema atractivo y actual e invita a que cada participante lea un poema de un autor que considere relevante”.
Montan su lomo los astros le apostó a una escritura a seis manos por Salomé Benalcázar, Lauren Mendinueta y Silvia Elena Guzmán. Este breve poemario indaga sobre la voz y su animalidad, explora el significado de la noche. Además, da cuenta de otra forma de concebir y presentar la poesía, quizá uno de los puntos más significativos para la producción poética actual.
El fanzine busca responder a la pregunta: “¿Cómo ir más allá de una selección de poemas?” (p. 3). Por esto, se propuso un trabajo conjunto cuyos ejes fueran el juego poético y el taller, en lugar de realizar una simple antología. El proceso comenzó con la apertura de una convocatoria. Posteriormente, se seleccionaron a las poetas como en una constelación —en torno a sus afinidades— y, luego, el colectivo reunió a las escritoras en un espacio virtual en el que se presentaron varios retos que actuaron como detonantes para la escritura. Imitar el estilo poético de su compañera, compartir o robar versos y dar instrucciones de composición fueron los tres ejercicios en torno a los cuales se articuló este proceso. Así, durante varias sesiones, ellas se dedicaron a jugar, escuchar y escribir.
“El resultado va más allá de [la] pieza en papel” (p. 3) , escribe el equipo de Tufillo. “Un hilo invisible comunica la escritura de estas autoras latinoamericanas, un hilo que se refracta en ventanas virtuales y entreteje una red de afectos y colaboración que nos lleva, al fin, un poco más allá de la simple selección de poemas” (p. 3). La amistad y la complicidad, que siempre han sido fundamentales para el podcast, aquí también se hicieron presentes. Igual que en una sesión de grabación, las participantes se reunieron y se oyeron pese a las dificultades y la distancia. Se formó un espacio en el que las autoras trabajaron juntas y crearon un nuevo texto, un espacio capturado en el papel y prolongado en la lectura.
Tan profundos son los lazos que se crearon a través de la escritura que, durante el lanzamiento —en el episodio 4X10 Poemas para escuchar constelaciones—, Salomé dice, refiriéndose a los ejercicios de taller y al último proceso de corrección en conjunto: “Yo también sentía que no era un diálogo solo de ‘No, este poema está mal, hay que cambiar esto’ sino genuinamente de decir ‘Entiendo de la sensibilidad de la que viene este poema, tal vez si se hace esto podría crecer’” (Min: 26:57 - 27:18).
Sin embargo, las intenciones del poemario van más allá de los afectos y el ejercicio del taller. Los poemas muestran una nueva voz, compartida, y una búsqueda conjunta que, en cada sección, da cuenta de sus particularidades. El poema de Benalcázar que abre el fanzine dice:
noche rinoceronte
su hocico incrusta
con la luna el cielo
su lengua es mar
montan su lomo los astros.
(p. 6)
En este poema, que se constelará por todo el texto, la metáfora y la superposición se hacen una. La relación entre noche y animalidad se diluye hasta el punto de que se crea otra forma de la noche y un nuevo animal: la “noche rinoceronte”. Este texto inspira, a su vez, “Constelación rinoceronte” de Mendinueta y “La mona” de Guzmán, de modo que se encadenan todas las secciones del Fanzine. En el primer caso, el vínculo se da a partir del ejercicio de imitación que lleva a cabo la poeta colombiana:
Oscuridad
misterio animal
Su cuerno
arremete
contra mi cabeza.
(p. 18)
En el segundo caso, se tejen los poemas a través del uso del verso que le da título al poemario, así como de la exploración de los espectros de la noche:
Ella conoce su propio nombre
lo manipula
se escucha su grito entre los arrabales
sus designios para el universo
en la noche selva
montan su lomo los astros.
(p. 25)
Las inquietudes de cada poeta se mezclan sin dejar de distinguirse. El resultado es destacable. En el primer poema vemos cómo Mendinueta se distancia de su poesía narrativa para explorar la sugestión de los versos breves distribuidos por la página. Por su parte, Guzmán indaga y da cuentas de las posibilidades que abría el poema de Benalcázar. Así, la noche rinoceronte transmuta en noche selva y la animalidad de lo nocturno se multiplica.
Por medio de los mismos juego, los poemas de Mendinueta sobre los murciélagos “Habitación de los espejos” y “Dos murciélagos en el aire” inspiran y se conectan con “Como ángel el murciélago arribó a la habitación de los espejos” de Benalcázar y “Rozar” de Guzmán. Y los poemas de insectos y hormigas de Guzmán abren la puerta a la exploración de “Color hormiga” y “entre salinidad y humores dejan a una niña”, de sus interlocutoras.
(Lauren Mendinueta, además, abre el poemario de Si después de la guerra hay un día con dos poemas que reflexionan sobre el lugar de la violencia en la poesía colombiana)
Esta apuesta del fanzine por una poesía elaborada a través de la escucha también se observa en la forma en que las poetas presentan las propuestas poéticas de sus pares. Sobre la poesía de Salomé, Silvia dice que “reparte cartas, tuerce el lenguaje para volverlo auténtico, sintético y animal” (P. 5); Salomé manifiesta que “La sensibilidad de Lauren entra a los cuartos. Se cierne en los armarios. Deja su olor en la ropa” (P. 13); y Lauren expresa que “Hay misterios, códices indescifrables y sueños, en esta poesía inconforme y rebelde” (P. 21) tejida por Silvia.
Finalmente, la edición, la ilustración y la diagramación le dan una fuerza especial al fanzine. Gracias al juego entre las dos tintas, los versos prestados impresos en rojo resaltan y relucen. Por su parte, los diferentes animales y constelaciones que aparecen a lo largo de estas páginas le recuerdan al lector el tema común y el diálogo continuo.
Montan su lomo los astros es la prueba de que hay otras formas de escribir y de crear. El conjunto de poemas desmiente el mito de la escritura en soledad a la par que invita a la exploración comunitaria. Desde el juego, la escucha y la complicidad, el fanzine logra construir el diálogo entre textos y escritores que apuntan pero no alcanzan algunas antologías. La retroalimentación que parte del reconocimiento del otro y los lazos amistosos construidos por el camino dan cuenta de la potencia que resguarda el diálogo.
Recomendado para quienes, como la mujer de Santa Tecla, se emocionan con la idea de escribir a cuatros, seis o hasta diez manos.