>>>
Historia de la antigüedad reciente

Historia de la antigüedad reciente

Reseña de 'Nomenclature for the time being', Dionne Brand

Laura Isabel Bohórquez
Guillermo Molina Morales

Historia de la antigüedad reciente

El apocalipsis no termina, y Dionne Brand ya lo ha registrado, lo ha llevado hasta lo que tarda la historia en convertirse en historia, en Nomenclature for the Time Being, su más reciente obra. Este conjunto abre la recopilación titulada  Nomenclature. New and Collected Poems (2022),  que recoge la práctica totalidad de su obra poética y ha sido publicada por la Universidad de Duke. Dionne Brand (1953), poeta nacida en la isla de Trinidad y residente en Canadá desde hace cinco décadas, es una de las principales poetas anglófonas de la actualidad. Sin embargo, aún no ha sido traducida al español, ni es conocida en los países hispanos. Su apuesta literaria o creativa presenta una visionaria manera de enfrentarse a los problemas del presente, así como interesantes puntos de fuga respecto a la tradición poética a la que estamos habituados: de allí que merezca la pena ahondar en su trabajo.

En concreto, los poemas de Nomenclature for the Time Being presentan una narración del presente y del pasado reciente que es vaciamiento y simpleza, presentados de una forma casi profética, como una suma apocalíptica de todo lo orgánico, de cuanto compuesto ha sido insertado en el poema. Un mirar afuera y adentro para registrar el tiempo que está pasando mientras vivimos: este legado nuestro, no demasiado complejo. Una contemplación de la inocencia y el poder, de la histeria de las masas y el horror. Una contemplación que nos entrega algo que todos sabemos sin nombrarlo. Desde el vacío inicial, rápidamente, el mundo se llena de cosas, del comercio y de nosotros, los que no somos poderosos. Vino la histeria y el abandono, y estuvimos en medio.   

“The apocalyptic reports have come”, “The wise droning earth”, “I am in hell, sister”... Versos que dan cuenta de la urgencia y el horror desde donde nace la escritura de Brand. Versos que se encabalgan sin una estructura definida, a menudo simples enumeraciones, una escritura continua y explosiva. No son poemas cerrados, son fragmentos como astillas de una explosión que ya tuvo lugar. He aquí uno de los puntos de fuga respecto a la tradición poética: no se pretende reconstruir algún tipo de verdad desde una forma terminada, ni siquiera se enfatiza el momento de la ruptura: simplemente, se muestran algunos restos que la poeta puede vislumbrar.

El mundo ha sido separado en elementos: cobre, grafito, aluminio, hierro, cadmio, níquel, yodo, el fósforo y todos los fosfatos, alcoholes con todos sus enlaces, todo lo orgánico conectado al único fin: la muerte, que atrae como una fuerza gravitatoria. “So, we were circuited by death / abbreviated / look how we hung heavy in our funereal clothing¹” (p. 14). Una muerte que mastica la tabla periódica en los engranajes de la producción, que nos acorta, nos reduce a elementos sin trascendencia. La lista de metales que nos entrega Brand parece dar cuenta de la materia prima usada para procesarnos en masa. Esta muerte a la que nos encontramos unidos es, al igual que el amor en los Epigramas a Ernesto Cardenal (escritos por la propia Brand), parte de las relaciones del comercio y los modelos de producción. 

El título, Nomenclature for the Time Being, es también acumulación profética, una cercanía al libro bíblico Números. El recuento del movimiento del presente y pasado inmediato, el reemplazo de los reyes y las sabidurías por una consigna de lo que se ve es lo que hay: como luego leeremos, “estos retratos son retratos” el presente registrado es simple. Hay contradicción en la simpleza del presente que no se entrega como obviedad. Será la impresión de haber vivido anclados en la absoluta levedad.

La palabra clave del título, “Nomenclature”, sugiere una taxonomía de las palabras, una exactitud en el lenguaje, en el decir. En Brand existe, de hecho, un rechazo a la interpretación, al simbolismo. Un rechazo que parecería opuesto al hecho poético tal y como se concibe tradicionalmente. “Nothing will come from our innocence”, inicia uno de los fragmentos más importantes en este sentido, y continúa:

       “no revelations, no wisdom to be admired
        messages to be deciphered, smuggled to each generation
        or so prescient they require philosophers (...)
        the wars they recorded were the wars they won
       let me be clear with you
       these portraitures are portraitures²" (p. 4).

La inocencia, por lo tanto, se refiere a la capacidad de dejarnos engañar por ocultos significados profundos que nunca estuvieron ahí. Somos inocentes cada vez que interpretamos un retrato como algo que está más allá de los colores que recubren la superficie. Podríamos seguir diciendo: somos inocentes cada vez que atribuimos poesía a los versos. Y este posicionamiento, vale la pena insistir, supone dinamitar los axiomas desde los que leemos el género poético.

Lo anterior puede leerse también desde un plano sociopolítico, como parece indicar el verso sobre las guerras. El ganador escribe la historia, la interpretación de los hechos, de una manera que beneficia a ciertos privilegiados. Unos privilegiados que, ellos sí, se regodean en conservar la inocencia:

        “The beautiful innocence of those

        who live at the centre of empire, their
        wonderful smiles, their sweet delight and

        their singular creation of the
        word hope³” (p. 10).

Incluso la palabra “hope” (“esperanza”) se presenta como una creación discutible, interesada, propia de inocentes. Frente a ello, los seres desposeídos. Y de aquí se derivan problemáticas como la memoria, la colonización y la migración, también presentes en obras anteriores, que aparecen aquí transformadas. Si en No language is neutral se respira el opresivo olor de la esclavitud, aquí encontramos “an overview of the temporal lobe, misfiring / unrecognizably” (p. 10). Y, junto con un lóbulo occipital sin nada que atrapar, “there are dingy pictures of picturelessness/ we saw nothing, nothing evaporated” (p. 11). Incluso la denuncia (que, de todas formas, implicaba cierta carga de inocencia, de fe en la trascendencia de las palabras) ha sido evaporada, como si el cerebro que percibe (o el mundo percibido) hubiera entrado en una falla permanente.

La ácida dedicatoria para aquellos que viven en el centro del imperio recuerda que, aunque la memoria parezca fallar y la historia registrada sea la del poder, aunque los libros que se leen sean los libros de los poderosos, la ventaja es el desconocimiento del oprimido:

        "we read their books, as I said earlier, took
        in their alphabet like popsicles and lesion paste
        it is a good thing they don’t know who we are⁶" (p. 8)

Y, así, como agentes encubiertos atraviesan la migración, mientras van perdiendo las moléculas de los elementos que componen sus organismos. Para tomar al mundo, deben también dividirlo en unidades más pequeñas y necesarias: el yodo, los alcoholes, el achiote. El último puede entenderse como resistencia: en medio de la desintegración, algo nos libra de una comida desabrida y sin color. Supone un ancla sensorial frente al imperio de los significados trascendentes.

Hay tantas cosas acumuladas en esta suerte de evangelio que quizás podríamos empezar a predicar todas las catástrofes del ahora, mientras el mundo hace todo erupción y los movimientos bajo tierra nos sacan del centro de nosotros, y los uniformes con sus masacres nos dan el pánico a cucharadas diarias de telarañas desde el otro lado de una pantalla. Nomenclature for the Time Being nos ha entregado lo que conocemos y ha dado la amplificación de la trascendencia a este ayer que no acabamos de creer y a este ahora por el que pasamos sin mirar.

En definitiva, recomendamos a los lectores hispanos que se acerquen a la obra de Dionne Brand, que ofrece -en todos sus libros, pero especialmente en este último- una mirada peculiar a nuestro mundo: una visión profética del pasado reciente. Y que lo hace desde una poética que no resulta ni tradicional ni rompedora, sino que semeja una colección de pedazos de lenguaje recolectados después de la explosión final, del apocalipsis. Versos de lo desposeído, más que de los desposeídos, que nos invitan a pensar en otras perspectivas de lo considerado poético.

Recomendado para supervivientes del Apocalipsis


  1. "Así que estábamos recorridos por la muerte / abreviados / mira cómo colgamos pesados en nuestros vestidos fúnebres” (traducción propia).
  2. “Nada saldrá de nuestra inocencia (...) / ni revelaciones, ni sabidurías admirables / mensajes para ser descifrados, contrabandeados a cada generación / ni son tan proféticos que requieran filósofos (...) / las guerras que ellos registraron fueron las guerras que ganaron / déjame ser clara contigo / estos retratos son retratos” (traducción propia).
  3. “La bella inocencia de aquellos // que viven en el centro del imperio, sus / maravillosas sonrisas, su dulce deleite y // la peculiar creación de la / palabra esperanza” (traducción propia).
  4. "una descripción general del lóbulo temporal, que está fallando / irreconociblemente” (traducción propia).
  5. “son sucias imágenes de lo que no puede imaginarse / vemos la nada, la nada evaporada” (traducción propia).
  6. “leímos sus libros, como lo dije antes, relamimos / sus alfabetos como paletas y ungüento / es algo bueno que ellos no sepan quiénes somos” (traducción propia).