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'A esa vida quisiera repatriarme'

'A esa vida quisiera repatriarme'

Homenaje a José Manuel Caballero Bonald

Observatorio de Poesía en Movimiento

'A esa vida quisiera repatriarme'

Durante el mes de junio de 2022, el proyecto “Poesía en movimiento” del Instituto Caro y Cuervo, con el apoyo de la Embajada de España en Colombia y del Grupo Santander, rindió homenaje a la figura del poeta español José Manuel Caballero Bonald (1926 – 2021). En el siguiente video, pueden encontrar un fragmento de entrevista en que el poeta habla de sus vivencias en Colombia, así como información de lo realizado durante este mes, y algunas fotografías del “Jardín de la amistad Colombia – España José Manuel Caballero Bonald”, que fue inaugurado en la sede de Yerbabuena.

La obra de Caballero Bonald, Premio Cervantes de Literatura en 2012, se distingue, tanto en prosa como en verso, por el trabajo con la memoria personal. Para ese trabajo, fueron fundamentales los meses que el poeta vivió en Colombia. Los recuerda, con todo detalle, en La costumbre de vivir (2001), segundo tomo de lo que él llamó “La novela de la memoria”. También encontramos varios poetas sobre esta misma experiencia. Destacamos la pieza “A esa vida quisiera repatriarme”, que protagonizó los talleres en el Instituto, y que figura grabado en piedra en el citado jardín.

        En el lento crepúsculo, lustrado 
        de ocres lluviosos y sañudas 
        sectas de insectos, cuando la casa 
        de Bogotá filtraba por sus muros 
        el fermento de la sabana y traía la lluvia 
        como una sensación intempestiva 
        de que un intruso estaba a punto de llegar, 
        cuando eras tú quien ocupaba 
        todo el espacio de la fundación, 
        vino la vida a devolverme algo. 

        Llego otra vez sin equivocación posible 
        a aquel confín selvático 
        del río Magdalena, cerca ya de la brama 
        primordial del océano, rondando el anhelante 
        fango de los batracios y el verde vaho lujurioso 
        del reborde fluvial. 

                                           Sé de cierto 
        que allí mismo me indultó la memoria 
        de rémoras, inepcias, malandanzas, 
        justo entre lo absorto de la faz del río 
        y las conmovedoras confluencias 
        de lo lozano con lo putrefacto. 

        A esa vida me aferro igual que a las aristas 
        tan engañosas de la realidad, dádivas 
        que conciernen a lo que menos tengo, 
        al recuento de pérdidas que el presente propaga.

        A esa vida quisiera repatriarme, 
        acaso deshaciendo lo ya hecho
        hasta llegar al centro ritual de lo inasible.